martes, 21 de octubre de 2014

“Walter Benjamin dijo una vez que la primera experiencia que el niño tiene del mundo no es que ‘los adultos son más fuertes, sino su incapacidad de hacer magia’. […] Es probable, en efecto, que la invencible tristeza en la cual se sumergen cada tanto los niños provenga precisamente de esta conciencia de no ser capaces de hacer magia. Aquello que podemos alcanzar a través de nuestros méritos y nuestras fatigas, no puede, de hecho, hacernos verdaderamente felices. Sólo la magia puede hacerlo. ”

G.A

1 comentario:

Vladimir García Morales dijo...

¿Y una vez uno ya no es niño, cómo se hace uno mago y se reniña? (Si es esto lo que de verdad desea). Haciéndose humilde, creo.

Porque Dios ama a los humildes y detesta a los arrogantes y para Él todo es posible. Si uno se hace humilde y le pide ayuda a Dios, Él se la concederá. Pero ha de pedirla con sinceridad, desde la espera, desde la paciencia, deteniendo en él el rumbo acelerado y locoloco de los cursos de este mundo. Desde la conciencia de que uno no es nada: la vida lo ha hecho al final humilde.

"De los niños de pecho te has sacado una alabanza" dice en la Biblia en el momento en que Jesús entra en Jerusalén sentado en un pollino. Él, el gran mago, quien hizo siempre "majia potajia" por el verdadero e infinito bien. Sólo poder contemplar eso ya es felicidad (al menos para el que lo contempla).

"Sabor de bien finito
lo más que puede llegar
es cansar el apetito
y estragar el paladar"

Dice San Juan.

Y "A quien busque la verdad jamás le faltará de nada" (Pavel Florenski)