jueves, 3 de octubre de 2013

Carta inútil",


Por los huecos, la basura, montones de basura por donde me escurro, busco la vieja historia que me contaste de chico, y en lugar de las páginas, suelo percibir que de las letras han quedado sólo hormigas, y que un líquido gomoso me vuelve a conectar con el viejo tema del hombre que se perdió un domingo. Ese líquido qué es. Pregunto: gelatina, moco, el semen que sembramos ya descolorido, los restos de una sopa que bebimos juntos, la goma de pegar con la que sellamos el abrazo.
Esa vieja historia era el resumen de tu literatura. Y recuerdo que te gustaba hacer recortes: textos periodísticos, hojas secas, fotos, páginas de libros ya perdidos. Después te pegoteabas todo intentando reunir esos materiales sueltos, y de a ratos venía el amor, para completar la especie, o tu locura, la de asomarte por la ventana, silbar a la gente que pasaba y luego esconderte para que los silbados se dieran vuelta y siguieran camino, al fin, entre dubitativos y molestos.
Quisiera recordar. Quisiera saber de nuevo qué pasó con aquel hombre que se perdió un domingo. Y por qué ese día, justamente. Preguntas: el día del descanso que fijó el Señor, el día en que nos reunimos en familia para comer ravioles, el día en que íbamos a confesar y comulgarnos, el día que te vi, el día en que, religiosamente, despertábamos con la idea de comprar el diario porque trae suplemento, ¿o nos gusta desayunar afuera? ¿o de pic-nic? ¿o de sol? Y si no hay nada de eso, ¿que domingo era ése?
Y el hombre: ¿cuál de nosotros era? Tal vez se borró del mapa, decidió esconderse, lo secuestraron, se fue de viaje, le pegaron un tiro, le arrancaron las uñas, se arrojó sobre las vías del metro, se fue a comprar una revista y se tomó otro tren, se refugió en un cine para estar solo, ¿se hizo planta? ¿se hundió? ¿O la existencia de ese hombre no son más que pretensiones?
 
 
Mario Merlino
 
Annete Messeger
 

No hay comentarios: