sábado, 6 de diciembre de 2008

de david leo

No me mires ya más y mira el mundo.
Curvas, esquinas, imagina el mundo,
piensa en pantanos, travesuras
y la respiración de los enfermos
y pídeles que encajen. No me des
ese beso, te pido que imagines

el mundo. Vámonos de mí.

Pensar en los extremos, en lo que opina el aire
de la velocidad.

Mira un charco de lodo como miras a un anciano pariente.


Una mente descubre “no hay propósito en la evolución”
y le aplaude a la noche sin estrellas

y luego lo de siempre:
educar a la médula espinal,
un cheque en blanco en medio del desierto,
una demolición y al fondo la bahía.

Es la costumbre no insertarse en nada.


Me miras compasiva,
como si los ausentes no ocupáramos espacio.

El atlas está húmedo,
la enciclopedia pesa como un No.

No estamos en el mundo pero estamos aquí.

8 comentarios:

Juan Manuel Macías dijo...

Muy buen poema. Gracias por traerlo aquí. Besote.

DLG dijo...

Gracias again por tu generosidad. Las hermanas como tú son las que ayudan a crecer.

Besos como siempre

J.Luis Gómez Toré dijo...

Me ha encantado el poema, especiamente ese verso final que cierra y abre el poema a la vez. Gracias, Ana.

Olga Bernad dijo...

Jo, sí que es bueno.

Luna Miguel dijo...

Muy bonito, David, Ana.

camaradeniebla dijo...

gracias a todos.
Me siento como sí lo hubiera escrito yo.
besos

cuadernogaviero dijo...

no estamos en el mundo, somos mundo y por eso el miedo a mirar

el lector dijo...

¿qué más dá que haya propósito, en la evolución o en lo que sea?

lo importante son los días con sol, el invierno -lo bueno que tiene- es que se acaba.