miércoles, 23 de diciembre de 2009


Cedido por David Bote Paz.

2 comentarios:

Dr. Flasche dijo...

Técnicamente, más que cedértela, te la enseñé/pasé...porque yo la encontré por ahí...

Quiero decir, que no soy su autor...jejejeje

y ya puestos:

¡feliz navidad!

Toribio Suerte Zahurdillas dijo...

Se ha roto el río. Lo dice el poeta, lo canta un tal Miguel con una voz que le sale de lo más hondo de la misma pluma de Don Rafael. Dios observa a sus arcángeles, grandes de España y del mundo, [¿se me permite la broma “Mundial”?], y hace bueno el verso: llueve, llueve a cantaros. Se ha roto el río.

Entonces, borracho de lágrimas y penas, salgo, en busca de casa y cobijo. Busco, donde no me conozcan. Traigo mi otra cara, la del perdido que ignora consejos y pierde sus manos en un tiempo, el pasado, que ya no existe. Y con la advertencia en la frente, razón y raciocinio, ahora tarareo otra canción: “Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, me adentro en esta cámara, sin permiso y con violencia. Mi palabra pesada, mi rostro oculto ionizan el aire, y dejan marca, huella, rastro de un delito, este, el de escribir en busca de salvación, y no, dándole voz al ángel. Me declaro culpable, culpable con el alma mojada. Se ha roto el río. Llueve.

Y ese espejo roto, ese pasado que no debí tomar, ahora, infinito y fragmentado, arrastra el dolor por toda mi sangre. Se ha roto el río, se han roto todos los espejos, y ahora, a las cosas simples, “ya las devora el tiempo”.

Me declaro anónimo y culpable, incluso, si me apuran, doblemente culpable. Culpable de errar palabras, de forzar gravedades. Y por eso, patético, quizás con suerte alcanzando lo cómico y lo trágico, pongo mi grito en el cielo, en espera de un eco que me devuelva la voz perdida. Al fin y al cabo, sólo el alma propia es capaz de perdonar.