La poesía en lengua alemana hubo de abrirse paso muy traumáticamente tras la segunda guerra mundial. Es bien sabido que los libros de poemas aparecidos en los años inmediatamente posteriores a la guerra preferían no dar cuenta del dolor y la catástrofe. Poetas como Schnack, Goes o Schröder -hoy olvidados- publicaron libros que pretendían ofrecer consuelo al dolor proporcionando refugios en la naturaleza. Las dos únicas excepciones notables parecen ser Marie Louise Kaschnitz con su libro La danza de la muerte y poemas para estos tiempos (1947) y Albrecht Haushofer con sus Sonetos moabitas (1946), publicado éste póstumamente.
"Después de Auschwitz no se puede escribir poesía", el famoso dictum de Adorno -válido para todas las producciones miopes al dolor- recibiría sin embargo una respuesta contundente con la aparición de voces como las de Paul Celan o Ingeborg Bachmann, que llevarían a Adorno posteriormente a admitir la necesidad de la poesía y el derecho de ésta para seguir penetrando en el dolor incesante -inexpresable en el fondo- del sujeto contemporáneo. Una enseñanza rotunda del análisis materialista de la historia queda confirmada del modo más horrible por la época nazi: la ilustración, el progreso técnico por sí solo, no conduce necesariamente a una satisfacción de las necesidades individuales y colectivas. La matanza en masa de millones de personas -negando de una vez y para siempre las fantasías de libertad individual absoluta- es una realidad perfectamente compatible con el mero progreso técnico.
"La guerra ya no se declara, sino que se prosigue" comienza un poema de Ingeborg Bachmann recogido en la presente antología. Lejos de quedar refutado el dictum original de Adorno, éste ha llegado a establecer un listón que se hace necesario sobrepasar en cada manifestación poética específica. La poesía de calidad es muy consciente de la dura prueba que tiene ante sí y opone fieramente el valor intrínseco de la palabra, el asombro desencantado, la esperanza desesperanzada y la ironía, a la amenaza de un lenguaje instrumental que sigue, peor que nunca, contribuyendo ciegamente a la guerra de los seres humanos contra ellos mismos. "El enemigo no ha dejado de vencer" dice Walter Benjamin en una de sus célebres Tesis sobre el concepto de Historia. Y el enemigo siempre ha tenido a su disposición tal uso instrumental del lenguaje, especialmente maleable para sus propósitos sin el necesario contrapeso del arte y del pensamiento crítico. Aunque la poesía sea totalmente incapaz de producir un cambio material cualitativo -su campo de batalla es exclusivamente el lenguaje- tiene un trabajo enorme y respetable por delante: liberar al lenguaje del lastre y de la reducción de posibilidades a que lo ha sometido la barbarie. En este sentido sigue siendo esperanzadora la aparición de poetas inteligentes como la más joven recogida en esta antología, Uljana Wolf, que valientemente prosiguen en nuestro tiempo el trabajo con el lenguaje de Celan y Bachmann.
Todos los poetas recogidos en esta antología nacieron a partir de 1920. En un influyente ensayo de Walter Hinck "La poesía alemana de posguerra" se menciona la influencia fundamental de dos magisterios importantes en estos poetas: Bertolt Brecht -la poesía que busca una comunicación directa con el lector- y Gottfried Benn -la poesía mágica y hermética-. Esta forma de ver la realidad tan rica y compleja de la poesía alemana contemporánea es, sin embargo, -y como el propio Finck reconoce- errónea. En los poemas aquí recogidos, el lector encontrará hermetismo donde el poema sólo superficialmente parece apelar a la comunicación directa y viceversa. Los poemas de esta antología consiguen acercarse a lo que Adorno en su "Teoría estética" deseaba para la obra de arte: son autónomos sin resultar indiferentes. Todo ello desde estéticas tan diversas como necesarias. Poetas como Erich Fried, Yaak Karsunke o Christa Reinig, que de diferentes formas parecen practicar lo que podría denominarse una poesía directamente comunicativa "minimalista", sorprenderán al lector en lengua castellana por su enorme originalidad y fuerza; Elisabeth Borchers y Ernst Jandl son grandes artífices de la lengua alemana capaces de escribir poemas de gran despojamiento y lucidez; la sensualidad de Friederike Mayröcker; la extrañeza de Rolf Dieter-Brinkmann, la ironía de Doris Runge o Ulla Hahn, la mirada minuciosa, escéptica y distanciada de Durs Grünbein... el lector encontrará aquí voces que contrastan radicalmente en su lenguaje despojado, y carente de sentimentalismo, con las de nuestra poesía en lengua castellana de la segunda mitad del siglo XX.
Quiero agradecer a David Leo García la confianza que ha depositado en mí para este proyecto y todas las facilidades que me ha ofrecido para llevarlo a cabo. También a mi amiga Ana Gorría su entusiasmo y el ánimo que me ha transmitido en todo momento para seguir adelante con mis traducciones de poesía alemana. Por último quiero agradecer a mis compañeros Robert Hölzel y Anna Heger la discusión de dudas puntuales que me han surgido durante la traducción y de cuyas imprecisiones o desaciertos sólo quien escribe estas líneas es responsable.
V. García Morales München 26-1-10
De próxima aparición en Puerta del Mar
1 comentario:
Eres un tesoro. Gracias por tu amistad.
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