domingo, 17 de enero de 2010

Tres arcoiris en una mañana



De Manu Pérez-Mínguez

No es sólo el ojo el que resulta atónito.

Demasiado previsible en época de arco iris,
el aire empapado se llena de colores,
y cada valle debería sostener un arco
y sobre este lago extenso todavía uno más profundo.

Saber cómo sucede no es amparo.
Ellos paran el coche y se deleitan.

Pero algún centro de gravedad está molesto,
algún resorte interno, algún indicio
se alimenta de nuevo con el asunto de la rutina
“Este lugar, ahora; ¿sería posible
habitar aquí?” zumbidos, baches
y listas Sí, sí; quizá”


Fleur Adcock

4 comentarios:

rubén m. dijo...

Habitar el instante siempre es reto y necesidad, hay hambre de habitáculo. ¿Es tuya la traducción? No creo que sea fácil encontrar poemas de esta mujer en español.

Un beso.

camaradeniebla dijo...

es mía pero cuando no pongo la firma como está en mi blog...:-D
A mí me interesa mucho esta autora.
Un besote rubén

El Saltador. dijo...

Me encanta esta simbiosis entre imagen e imagen, entre trazo y palabra, entre rutina y colores.
Ben trovatto.

Dr. Flasche dijo...

Un reloj desajustado que sigue viviendo, girando, dado horas y minutos, es una de las maneras más certeras que se me ocurren de sobrevivir, de arder al mismo tiempo que se respirar. La rutina sólo nos quema si el reloj está desajustado...

aunque podríamos preguntarnos si existe el reloj perfecto, si existe un sisifo al que no le pese su piedra...

yo creo que sí, aunque sea dificil encontrarlos...normalmente todos vivimos en un punto gordo...

por otro lado...

qué bonitas son las cosas con las que trabajas!