lunes, 1 de noviembre de 2010

ESCRIBE A LA IGLESIA DE ESMIRNA



De las cosas pequeñas todas. Viene Jacob entre el delirio al pasar. Un crucificado es eso. Un crucificado es el mar en la explicación del dolor. Elefantes y azules asesinos también me recuerdan, mamá. Opuestos están los animales que nos hacen hombrecitos. Deja que crezca, deja muñeca que crezca, que a lo santo el cielo crezca, a la sombra, que es camino a la fiesta. Todo se ríe. Reímos de nosotros y de otros y esos otros ríen de nosotros, de sí mismos y de los que no ríen. Es cierto –dicen– viene ese chico negro que ve de su amante el bigote
y ríe
que ve a Cristo y ríe/ el/ rostro del cielo y ríe/ ve a Dios aplaudiendo desde la cruz
y ríe
ese chico es como el último recuerdo de Los Andes, es cierto

La vida es un largo punto sobre mayo. Que madre se escribe con puertas cerradas y vaginas abiertas y luces tan sexuales todos los meses para quienes bosques son cadáveres

Vete a prisa y muy lejos Jacob. Vete a prisa

Wingston Gonzalez
De Muñecas de vudú

Imagen de Manolo Gallardo

1 comentario:

mareva mayo dijo...

qué grande, me llevó a la lluvia sobre los cadáveres