Si es de formas transitorias el espíritu, y si del halcón
debiéramos copiar el modo en que, por ejemplo,
se hunde ahora en el ciclo de las tempestades, blanco
plumaje cambiando a ocre, a pardo, a gris, a solferino,
la vista apartemos de la plana roca, del mellado brocal,
de la senda calcinada, del cielo, que es uno y trino,
dobleces que se revelan en corto tiempo, y del abismo
que no cede, del cuerpo cuyo filamento en la noche
incendia el pensamiento hasta la luz incandescente.
¿Qué? ¿Vamos a tientas? ¿No suena a nada el muerto?
No esperen saber. La razón acaba en cada uno. Y no
avanza de uno en otro, sino que reinicia su sistema
al alba, merma al anochecer, se extingue y, en la oscura
madrugada, recompone su cristal ante el insomne.
de La nada, 2003
Jorge Aulicino
Roland FIsher |
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