A Ana Gorría
Sobre hierbas rojas
reposan los gorriones de su vuelo.
Cantan por dentro para el sueño mío.
No sopla el viento no huele a nieve.
En mi cabeza reclinada
juega una niña
que no teme a los silencios.
Gracias por la amable y
hospitalaria caricia del desconocido.
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