NUESTRO templo no era exactamente un templo.
Había allí miles de libros en vez de un solo libro,
innumerables creadores y creaturas
en vez de un solo dios creador,
no una ficción pretendidamente real,
sino múltiples realidades supuestamente ficticias.: nadie te obligaba a creer en todo ello.
No había sacerdotes, tú eras tu propio sacerdote
y el único pecado era apartar tanta riqueza
de historias, pensamientos y emociones de la gente.
No había escaños ni sitiales
para diferenciar los ricos de los pobres,
los poderosos de los miserables.
No soy un enemigo de la fe
solo te digo que mi fe no es excluyente
y no la guardo en un solo lugar.
Y si hay un sitio que te lleva a mil lugares,
a todos los sitios imaginables,
allí, allí reside nuestro templo.
La biblioteca pública. Poema de José Óscar López