pero una casa en el corazón de la ciénaga
quiero decir, un hogar indecible una raíz reblandecida
llena de vapor
por dentro de la propia raíz, del hogar del que os hablo,
transita el vapor
esa niebla es la estructura de este bulbo
digo una raíz que emerge de las cárceles
no quedan ya, cuando quiero visitarlos, los restos de la prisión
de Carabanchel
la ciudad se limpia a sí misma siguiendo el dictado
de un ingente manto de sal,
salificado el gobierno de los pobres,
y crea sobre ella anillos de higiene: no dirás caer
no dirás animal pequeño
no dirás aves, gallinas famélicas
ni este olor tan húmedo
cuando se padece una enfermedad, el mundo adquiere
su aspecto y su música, se impregna
el mundo en su conjunto se transforma
en una cervical doliente que se sabe
amarilla y destemplada
veo, podemos todavía ver y sólo a través de
esta existencia amarilla y discordante
porque una casa en el corazón de la ciénaga
porque un órgano infectado
eso es lo que somos:
vidas demasiado pronto,
una sucesión de fracturas,
multitud de líneas de sangre o
este tropel de pobres: el alimento del lodo
Oriana Méndez
Tr. del gallego
http://www.paularubioinfante.com/web_mostrarObra.php?id_contenido=415 Paula Rubio Infante |
1 comentario:
Grande, muy grande. Yo celebro.
Que nada ni nadie "embellezca" los órganos, fluidos, heridas, infecciones, cicatrices, enfermedades, prisiones y falta de higiene (porque a veces uno ya desconoce cuál es la verdadera higiene) que somos. Así es como Dios nos ama. Y somos todo lo que dice el poema: sucesión de fracturas, multitud de líneas de sangre y ojalá también tropel de pobres. Porque lo más importante de todo es que tenemos ojos y queremos ver.
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