lunes, 27 de octubre de 2008

Cuando cayó el guerrero en Los siete samurais de Kurosawa
bajo la lluvia gris,
bajo el Cinemascope y la dinastía Tokugawa,
cayó recto como un pino, cayó
en dactílicos cantados
como Ajax cayó en Homero
y el árbol era tan grande
que el leñador volvió durante dos días
al afortunado lugar antes de que terminara de cortarlo
y al tercer día trajo a su tío.

Apilaron los troncos entre el aire resinoso,
cortando las pequeñas ramas
y atando los montones por separado.
Los troncos cortados casi a raíz
fueron divididos en cuatro trozos y aún así eran exageradamente grandes;
luego cortaron los troncos por la mitad:
diez pilas de troncos y cuatro de madera olorosa,
lunas y cuartos lunares y medias lunas
recortadas por los dientes de la sierra.

El leñador y su anciano tío
permanecen de pie en mitad del bosque
sobre un suelo de serrín y barro primaveral.
Han dejado de trabajar
porque están cansados y porque
no me he imaginado ninguna bestia de carga
o un carro antiguo. Son demasiado precavidos
para llamar a los vecinos y volver a casa
con unos pocos troncos después de tres días de trabajo.
Esperan que yo haga algo
o que el capataz del Gran Señor
venga y les arreste.

¡Qué pacientes son¡
El hombre viejo fuma de una pipa y escupe.
El joven piensa que sería rico
si ya fuera rico y tuviera una mula.
Diez días de transporte
y al séptimo día probablemente
serán capturados, y volverán a casa con las manos vacías
o peor. No sé
si son japoneses o antiguos griegos
y no hay nada que pueda hacer.
El camino de aquí a esa aldea
no está traducido. Un héroe, al morir,
le da calma al aire.
Un hombre y una mujer salen del cine
a su hogar bajo el silencio de las fidelidades cercenadas.
Hay límites a la imaginación.
Robert Hass.
La diferencia entre Pepsi y Coca-cola.

7 comentarios:

Olga Bernad dijo...

Ese "hay límites a la imaginación" parece una sacudida para despertar después de un tono como sonámbulo, tal vez acrecentado por el hecho de ser una traducción. Aunque el camino hacia esa aldea no esté traducido.
Me ha gustado, Ana. Gracias.

Jose Antonio Garrido dijo...

Hola, Ana.

El silencio de las fidelidades cercenadas puede resultar atronador si no eres capaz de castrar el sentimiento de culpa. Si lo consigues, el abrigo de este templo mudo puede ser el mejor refugio para una pareja de esas arrancadas a la literatura de Carver.

Un beso.

Luna Miguel dijo...

me encanta.

Enrique M. dijo...

Lo recuerdo.

uminuscula dijo...

hola guapi..

cristian magne dijo...

volè entre todos tus variaciones.
genial!
saludos desde el sur de chile.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Reflexivo texto, hipertexto, rizoma.

Vale la pena releerlo.
Y lo que sería grande es verlo en libro o papel, porque merece acompañar horas de lectura desvinculada de la pantalla del PC.

La cultura, la comunicación, la consciencia, a exámen.

Un abrazo,

Víktor