lunes, 16 de agosto de 2010

de bajo el signo de saturno


Es característico del temperamento saturnino culpar de su corriente submarina de interiorización a la voluntad. Convencido de que la voluntad es débil, el melancólico puede hacer esfuerzos extravagantes para desarrollarla. Si estos esfuerzos triunfan, la resultante hipertrofia de la voluntad habitualmente toma la forma de una compulsiva devoción al trabajo. Así, Baudelaire, quien sufrió constantemente de “acedia, la enfermedad de los monjes”, terminó muchas cartas y sus Diarios íntimos con los más apasionados votos de trabajar más, de trabajar ininterrupidamente, de no hacer otra cosa más que trabajar. (La desesperación por “cada derrota de la voluntad – otra frase de Baudelaire- es una queja característica de de los modernos artistas e intelectuales, particularmente de los que son una y otra cosa). Estamos condenados a trabajar; de otra forma, podríamos no hacer absolutamente nada. Hasta el ensueño del temperamento melancólico queda sujeto a trabajar; y el melancólico acaso trate de cultivar estados fantasmagóricos, como sueños, o buscar el acceso a estados concentrados de atención, que ofrecen las drogas. El surrealismo simplemente puso un acento positivo en aquello que Baudelaire experimentó tan negativamente: no deplora la canalización de la voluntad, sino que la eleva a un ideal, proponiendo que es posible contar con los estados de sueño para que proporcionen todo el material necesario para el trabajo.







Obra de Mark Tobey


Benjamin, siempre trabajando, siempre intentando trabajar más, especuló bastante sobre la existencia cotidiana del escritor. Dirección única tiene varias secciones que ofrecen recetas para trabhajar: las mejores condiciones, horas, utensilios. Parte del ímpetu de la gran correspondencia que consistió en hacer la crónica, el informe, confirmar la existencia del trabajo. Su instinto de coleccionista le fue útil. Aprender era una forma de coleccionar, como en las cintas y fragmentos de las lecturas diarias que Benjamin acumuló en los libros de notas que llevó por doquier y de los cuales leía en voz alta a sus amigos. Pensar era también una forma de coleccionar, al menos en sus estados preliminares. Concienzudamente anotó ideas extravíadas; desarrolló miniensayos en cartas a sus amigos; reescribió planes para obras futuras; anotó sus sueños (varios son narrados en Dirección única); guardó listas numeradas de todos los libros que leía (Scholem recuerda haber visto, en su segundá y última visita a Benjamin en París, en 1938, un cuaderno de notas de sus lecturas de entonces, en que El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, de Marx, aparece anotado como número 1649).

¿Cómo llega a ser meláncolico el héroe de la voluntad?

Susan Sontag.

4 comentarios:

J.Luis Gómez Toré dijo...

Un texto fascinante... en la línea del viejo Problema XXX atribuido a Aristóteles, en el cual se afirma que todos los genios son melancólicos (una idea recuperada en el Renacimiento, que abandona la consideración medieval de la acidia como pecado, y uno de los pecados máximos, para considerar la melancolía como un signo que distingue a los elegidos: en el famoso grabado de Durero, como señala Panofsky, está presente esa relación entre la melancolía y la inteligencia).
Por cierto... sin novedades... supongo que sabes a qué me refiero...

José María Banús dijo...

La náusea.

Dr. Flasche dijo...

¿Tiene perdón el pecado?

pecado.
(Del lat. peccātum).

1. m. Transgresión voluntaria de preceptos religiosos.
2. m. Cosa que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido.
3. m. Exceso o defecto en cualquier línea.
4. m. Juego de naipes y de envite en que la suerte preferente es la de nueve puntos, cometiéndose pecado en pasar de este número.
5. m. coloq. diablo (‖ príncipe de los ángeles rebelados). Eres EL pecado

Debería aparecer una nueva acepción, una metafórica y figurada. El pecado es distancia, es imperfección. El hombre nació con un pecado original, es decir, el hombre nació imperfecto, el hombre es definición una distancia, entre su alma y su cuerpo, reposo vs. movimiento, hogar vs. exilio. Sin embargo, pecado tiene un matiz negativo que no tienen imperfección y distancia, porque el pecado es voluntario, mientras que aquello que somos, no es la oportunidad de vivir.

Hablaba Deleuze en no recuerdo que letra de su diccionario de cómo los sacerdotes habían inventado la “culpa”, la pesada y dura losa de la culpa, convierte la imperfección y las distancia en pecado, hace de las tres cosas una sola y única. Culpa por ser débil, culpa por ser pequeño, “por mi culpa, por mi gran culpa”. ¿Es esa la semilla de la melancolía?

No estoy seguro. Otras ideas rondan mi cabeza, como por ejemplo, la capacidad de recrear mezclada con la soledad, provocada por ejemplo, por los desengaños amorosos, como ese verso de Alejandra en la que admite que las cosas bellas que hace no sirve para traer gente a su vida. O lo que es lo mismo, el principio elemental y básico, “todo el mundo necesita afecta y cariño” representa una herida profunda que no siempre sabemos atender y cuidar. Conceptos que se mezclan porque creo que si se les dedicara tiempo de reflexión, encontraríamos una formulación general para todos ellos.

“Convencido de que la voluntad es débil, el melancólico puede hacer esfuerzos extravagantes para desarrollarla ”
La culpa, sentirse culpable por ser como uno es [imperfecto] nos convierte en pecadores mortificados que se fustigan y se fustigan para tratar de recorrer la distancia que les separa del perdón, una distancia que no se alcanza nunca, pues está más allá del horizonte [y me permito una cita: http://boteu300.blogspot.com/2008/04/he-adentrado-mis-pasos-en-una-senda.html], y que se recorre aceleradamente [compulsivamente] al tiempo que uno se consume.

Eso es para mí la vida del melancólico, la combustión en busca de la luz y el calor del hogar, en medio de la desesperación “por cada derrota de la voluntad”.

Esta es, más o menos, una de las reflexiones relativas al concepto de distancia que más me interesan. Siento el desorden y que no esté escrita de una manera demasiado coherente.

Un saludo,

Dr.

PD. Y aquí, la única respuesta que he encontrado a esa búsqueda [“compasivo contigo mismo”]:
Algunos dicen que mi enseñanza es absurda.
Otros, que no es práctica aunque es elevada.
Quienes miran en el interior de si mismos
hallan perfecto sentido en su absurdo.
Y quienes la ponen en práctica,
la hallan elevada por sus raíces profundas.

Sólo tengo tres cosas que enseñar:
Simplicidad, paciencia, compasión.
Estas tres son tus mayores tesoros.
Simple en el pensamiento y la acción,
retornas a la fuente del ser.
Paciente con tus amigos y enemigos,
armonizas con el modo de ser de las cosas.
Compasivo contigo mismo,
reconcilias a todos los seres del mundo.

Dr. Flasche dijo...

pd de la pd, el poema es de Lao Tse...