A lo lejos
El gesto: tan veloz era el cuerpo
que nadie lo esperaba. Más veloz que la sombra contra la medianoche. El temblor
imprevisto. Andándonos también, al huir transformando los pasos en naufragios,
haciendo de la soledad un puerto suspendido con una sola orilla, aunque
próximo, terco, turbulento, árido espacio de la sed como fugas del norte. El
ritmo se deshace. Aunque también un giro que se pierde, el escorzo extraviado
de la carne como una lanza. Todo, como si fuera una herida en la sal, se
estremece. Nadie, por el contrario, llega a escuchar el golpe de saliva. Y
cómo, al esquivarnos entre los laberintos, lenta piel, somos puntos de fuga.
ana
en La soledad de las formas
Sol y sombra poesía
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| Willie Doherty |

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