domingo, 9 de junio de 2013

Cómo hacer bien el mal. El gran Houdini en Capitan Swing Libros.




El misterio atrae al misterio. Desde que se extendiera mi nombre como artífice de hazañas inexplicables, he topado con extrañas historias y eventos que mi vocación ha llevado a la gente a relacionar con mis intereses y actividades. Unos han sido triviales e irrelevantes, otros profundamente dramáticos y absorbentes, otros generadores de extrañas y peligrosas experiencias, y otros me han enfrascado en exhaustivas investigaciones científicas e históricas. He hablado de muchos de ellos y seguiré haciéndolo libremente; pero hay uno que no cuento sino con suma reticencia, y que solamente ahora procedo a re­latar después de haber sido sometido a una sesión de in­tensa insistencia por parte de los editores de esta revista, a quienes les habían llegado vagos rumores de la historia por boca de otros miembros de mi familia.

(….)

Me veo inducido a dar este paso por la manifiesta razón de que el público de ambos he­misferios pueda, por desconocimiento de la verdad, dar crédito a la mendaz fanfarronería y jactancia de la horda de imitadores que, brotados tan rápido como champiñones, y con la misma endeble fibra vital, pretenden, con pasmosa desfachatez y perniciosa falsedad, reivindicar y arrogarse un crédito y un honor que, como tales, me pertenecen. Es con el mismo espíritu y por la misma convincente razón que cumplo con el presente deber de estipular debidamente mi derecho al título que ostento y denunciar el robo descarado de mi nombre, fama y demás emolumentos de éxito por parte de aquellos que se publicitan y se hacen pasar por «Reyes de las Esposas», «Escapistas de cárceles», etc., ad libi­tum, ad nauseam.
(…)

Los nudos de cuerda poseen una clara ventaja sobre el resto de formas de escapismo, a saber: las cuerdas es­tán exentas de toda sospecha. En muchos casos en los que se recurre al uso de candados, cadenas, esposas, baú­les, cepos y demás, el artilugio queda más o menos bajo sospecha, pero en aquellos trucos en los que sólo se em­plean cuerdas o cintas corrientes, el artista recibe todo el reconocimiento por el escape. Por lo general, siempre es mejor emplear cintas que cuerdas, ya que éstas despier­tan menos desconfianza aún que las cuerdas...

(...)


Podría relatar muchos, muchísimos más incidentes relacionados con la astuta labor de la fascinante fémina criminal, pero éstos serán suficientes para advertir al incauto de lo desaconsejable de confiar el honor o la cartera a una mujer desconocida, por hermosa que sea.
Cómo hacer bien el mal


1 comentario:

Ángel Muñoz dijo...

houdini es un personaje que me apasiona, Ana.