sábado, 22 de marzo de 2014

RIMBAUD, EL LADRÓN DEL FUEGO

Rimbaud latiguea la lengua. Rimbaud se encierra, camina, vocifera, inventa flores, nuevos astros, nuevas carnes. Quiero una lengua nueva, grita, desnudo, con el antebrazo enyesado por dos balazos. Enfebrecido, escribe, escribe, escribe en papeles, paredes, habla en voz alta, gesticula, se contorsiona.

Mi vida está usada
                                                                                        Vamos¡ Simulemos, no hagamos  nada, saltimbanqui, mendigo, artista, drogadicto, bandolero.

El animal salvaje destroza la lengua. La lengua salta por los aires, atraviesa el norte, regresa al sur, se hunde en el relámpago, se atosiga de hormigas, ca en la boca del volcán. Estallido. Lava se desparrama, se mezcla con la lengua y desciende por la montaña.Arrasa palabras, incinera vocablos, estalla la sintais, allí, en ese montón de cenizas, la lengua/poder. La lengua francesa se deshace en espasmos, se contrae, se languidece. Muere. La lengua hilito de sal, en la tierra. Rimbaud la patea, la aplasta con sus pies y graba un cuchillo sobre la piedra.

Yo es otro
Y cae
            y cae
en la noche sin rumbo

cae
        poeta
                    en el mar antropófago
sus animales sollozan en la arena
garras clavadas en las rocas
el deseo, su música y el vértigo, el deseo
resbalas
              resbalas
ese es tu sueño
poeta, mago, encantador de serpientes



¿dónde enterrar tu secreto?


Agustina Roca

Manuel Boix











¡

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Te felicito por el poema.

Rimbaud bajó unas jornadas al Infierno, sentó la Belleza sobre sus rodillas y la injurió.

A Rimbaud le digo:

No voy a dejar de hablar.
No me pidas que en nada piense.
No, Rimbaud, nunca más me lo pidas,
ni que el amor, por grande que sea,
penetre como un rayo en el alma
y me anule la razón
y, como un muerto, me torne mudo
para contemplar en silencio el hielo de la aurora.
Aunque se me nuble la cordura
en la noche de nieblas románticas,
no voy a dejar de hablar.

Caminaré solo, lejos, muy lejos,
con la esperanza de un bohemio,
si en la otra ribera me espera
el faro encendido del entendimiento,
y un corazón valiente en plena lucha
o un pirata con tesoros ocultos me aguarda,
caminaré solo, lejos, muy lejos.

Francesc Cornadó

camaradeniebla dijo...

Me alegra mucho. Gracias por el poema.