Nada me gusta más
Nada me gusta más
que estar con los amigos
donde no falte el vino ni la charla
y mejor si ya es tarde y si la noche
nos va pasando a todos
sus brazos por los hombros,
confidente y serena.
Pero, entre todas esas
horas de la penumbra,
ninguna como aquella en que, de pronto,
un relámpago ciego atravesaba
la larguísima mesa,
la barricada de voces,
el laberinto de hombros
y, en un vuelo sin sitio, me llegaba
el minúsculo abrazo de tus párpados.
Nada me gusta más
que estar con los amigos
donde no falte el vino ni la charla
y mejor si ya es tarde y si la noche
nos va pasando a todos
sus brazos por los hombros,
confidente y serena.
Pero, entre todas esas
horas de la penumbra,
ninguna como aquella en que, de pronto,
un relámpago ciego atravesaba
la larguísima mesa,
la barricada de voces,
el laberinto de hombros
y, en un vuelo sin sitio, me llegaba
el minúsculo abrazo de tus párpados.
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