viernes, 24 de abril de 2015



pero una casa en el corazón de la ciénaga


quiero decir, un hogar indecible una raíz reblandecida


llena de vapor






por dentro de la propia raíz, del hogar del que os hablo,


transita el vapor


esa niebla es la estructura de este bulbo






digo una raíz que emerge de las cárceles


no quedan ya, cuando quiero visitarlos, los restos de la prisión


de Carabanchel


la ciudad se limpia a sí misma siguiendo el dictado


de un ingente manto de sal,


salificado el gobierno de los pobres,


y crea sobre ella anillos de higiene: no dirás caer


no dirás animal pequeño


no dirás aves, gallinas famélicas


ni este olor tan húmedo






cuando se padece una enfermedad, el mundo adquiere


su aspecto y su música, se impregna


el mundo en su conjunto se transforma


en una cervical doliente que se sabe


amarilla y destemplada






veo, podemos todavía ver y sólo a través de


esta existencia amarilla y discordante


porque una casa en el corazón de la ciénaga


porque un órgano infectado


eso es lo que somos:


vidas demasiado pronto,


una sucesión de fracturas,


multitud de líneas de sangre o


este tropel de pobres: el alimento del lodo






Oriana Méndez


Tr. del gallego


http://www.paularubioinfante.com/web_mostrarObra.php?id_contenido=415
Paula Rubio Infante

1 comentario:

Vladimir García Morales dijo...

Grande, muy grande. Yo celebro.

Que nada ni nadie "embellezca" los órganos, fluidos, heridas, infecciones, cicatrices, enfermedades, prisiones y falta de higiene (porque a veces uno ya desconoce cuál es la verdadera higiene) que somos. Así es como Dios nos ama. Y somos todo lo que dice el poema: sucesión de fracturas, multitud de líneas de sangre y ojalá también tropel de pobres. Porque lo más importante de todo es que tenemos ojos y queremos ver.