lunes, 19 de mayo de 2014



Reunión

Justo cuando se transforma sí mismo , El final de la eternidad lo transforma.

Mallarme


En el fonógrafo, la voz

de una mujer ya muerta hace tres

décadas , que canta sobre un hombre

que podría obligarla a la nada.

Sobre la mesa, dos frágiles

copas de vino negro ,

una botella envuelta en su toalla.

Es esa habitación, la

reservada en cada ciudad , es

como lo recuerdo : la cama, un haz

de luz lunar y las almohadas .

Mis uñas, picotazos de luz

sobre tus muslos .

El hedor de la escalera de incendios.

Las colillas de cigarrillos húmedos

Aplastados uno tras otro.

Cómo observé que venía la mañana

mientras dormías , más como mi niñito

que un hombre diez años mayor .

¿Cómo se sienten mis pechos , años

más tarde, las lenguas que susurran

en mi vestido, algunas tuyas , algunas

de otros hombres?

Desde entonces , siempre he

despertado primero , he aprendido

a dejar la cama sin ser

vista y he permanecido

en los lavabos , limpiándome el aceite

y la sal de la piel,

mirando cómo el agua se comba

entre mis manos .

He conservado todo lo

que me susurraste aquella vez .

Lo recuerdo ahora que te veo

una vez más, cómo tanta ternura

pudimos acuñar entre una escalera

y un arresto , o cómo fue ,

cómo lo sigue siendo , en la voz

de una mujer que canta sobre un hombre

que podría obligarla a la nada



Carolyn Forche

Tr. del inglés

Vivian Maier








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