martes, 14 de abril de 2015

EL AMOR

Kay Sage


Pasan los ríos ocultos bajo el suelo de las ciudades igual que pasa el amor, que hunde
el corazón de los animales humanos sin que ellos sepan ni conocerlo ni nombrarlo.
Y así es como unos lo confunden con el hambre, otros con la sed, y la mayoría con la transmisión de nosotros en otros: las vigas de madera, la comida en el plato, el calor bajo las sábanas.
¿Pero  qué sería del amor si fuera reconocido y se nombrara? ¿Dónde se escondería él que nació para llevar en el rostro un antifaz y en el sexo una espada?
No ama el amor la paz, y nadie debería hablar de amor para hablar de nada
que no fuera este río, el interrogante extremo de la carne que se abre y, abierta,
se desata. Nada que pueda ser llevado por la mano a una culminación.
Nada que tenga fin. Nada que se sitúe fuera de sí mismo. La alegría se da en el amor
como el temblor en el agua. La alegría se da en el amor como el fragor en el fuego.
Pero nunca es feliz el verdadero amor. El amor pide guerreros, personas acostumbradas
a vivir en condiciones extremas o, por el contrario, débiles. No tanto para ponerlos a prueba
como para sacar a la luz su potencia oculta, que pasa a través de él y a través de ellos,
que no es una potencia personal ni sobrehumana. Es una fuerza de agua.
Puede apagar el fuego y ser el aire de los peces, alimentar la tierra y corroer el hierro,
hacer crecer el trigo y echar a perder las cosechas. Por eso fluye conmigo,
pura pasión del poema, porque yo no nací más que para escribir
y ser escrita, porque yo nunca escribí más que para nacer y ser amada.

María do Cebreiro
Tr. del gallego



Kay Sage

No hay comentarios: