domingo, 25 de mayo de 2014
viernes, 23 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
Querer
Ella quiere una taza llena de tazas y fantasmas
de las lesbianas del siglo pasado; Yo quiero
un impecable apartamento, un ordenador rápido. Ella quiere un hogar
tres cuerdas de ceniza, un hacha; Yo quiero
un hornillo de gas limpio. Ella quiere una hilera de tarros:
avena, cilantro, aceite virgen;
No quiero guardar nada. Ella quiere frasquitos de perfume,
ropa de cama, de bebé, libros de recuerdos. Ella quiere las reuniones
de Wellesley. Yo quiero la reluciente tarima, la reflexión
del río. Ella quiere las gambas, el sudor y la sal;
Ella quiere chocolate. Yo quiero un raku,
de arroz cocinado al vapor. Ella quiere cabras,
pollitos, niñitos. Llantos y lactancia. Yo quiero
que el viento refrescante del río limpie las habitaciones.
Ella quiere cumpleaños, teatros, banderas, peonias.
Yo quiero palabras como láseres. Ella quiere la ternura
de una madre. El tacto anciano del río.
Yo quiero una mujer de ingenio rápido como una raposa.
Ella está en su ciudad, paseando
con el perro, escuchando el tañir de las campanas del viento, pensando
en los doce años de querer, aparte y a la vez.
Nos hemos besado todo el fin de semana; queremos
alejarnos cientos de millas e intentarlo de nuevo.
lunes, 19 de mayo de 2014
Reunión
Justo cuando se transforma sí mismo , El final de la eternidad lo transforma.
Mallarme
En el fonógrafo, la voz
de una mujer ya muerta hace tres
décadas , que canta sobre un hombre
que podría obligarla a la nada.
Sobre la mesa, dos frágiles
copas de vino negro ,
una botella envuelta en su toalla.
Es esa habitación, la
reservada en cada ciudad , es
como lo recuerdo : la cama, un haz
de luz lunar y las almohadas .
Mis uñas, picotazos de luz
sobre tus muslos .
El hedor de la escalera de incendios.
Las colillas de cigarrillos húmedos
Aplastados uno tras otro.
Cómo observé que venía la mañana
mientras dormías , más como mi niñito
que un hombre diez años mayor .
¿Cómo se sienten mis pechos , años
más tarde, las lenguas que susurran
en mi vestido, algunas tuyas , algunas
de otros hombres?
Desde entonces , siempre he
despertado primero , he aprendido
a dejar la cama sin ser
vista y he permanecido
en los lavabos , limpiándome el aceite
y la sal de la piel,
mirando cómo el agua se comba
entre mis manos .
He conservado todo lo
que me susurraste aquella vez .
Lo recuerdo ahora que te veo
una vez más, cómo tanta ternura
pudimos acuñar entre una escalera
y un arresto , o cómo fue ,
cómo lo sigue siendo , en la voz
de una mujer que canta sobre un hombre
que podría obligarla a la nada
sábado, 17 de mayo de 2014
Arquitectura desfigurada
Caminé a través de la naturaleza
hasta lo sucesivo. Los niños
corren en la sombra sin supervisión.
Las fuentes del siglo pasado aprenden
a no decir mentiras. El riesgo
es identificarse con solo un elemento desde
la propia muerte,
pero en el aire estival alrededor
de cada pensamiento, algo
se construye y se esquiva. Vas
a través de un arco
y no es el arco,
solo el infinito de la forma,
la curva de la curva del devenir,
una frase rastrea
el aporcelanado alivio del futuro.
Como otros vestidos como
otros que suponíamos
que conoceríamos. Los ciudadanos caminaban
aquí sin decepción, al no ver
ni estatuas ni palacios
de once ejes, pacientes
en el sinsentido del calor.
Caminé a través de la naturaleza
hasta lo sucesivo. Los niños
corren en la sombra sin supervisión.
Las fuentes del siglo pasado aprenden
a no decir mentiras. El riesgo
es identificarse con solo un elemento desde
la propia muerte,
pero en el aire estival alrededor
de cada pensamiento, algo
se construye y se esquiva. Vas
a través de un arco
y no es el arco,
solo el infinito de la forma,
la curva de la curva del devenir,
una frase rastrea
el aporcelanado alivio del futuro.
Como otros vestidos como
otros que suponíamos
que conoceríamos. Los ciudadanos caminaban
aquí sin decepción, al no ver
ni estatuas ni palacios
de once ejes, pacientes
en el sinsentido del calor.
Brenda Hillman.
Tr. del inglés
Tr. del inglés
Solano Benítez |
jueves, 15 de mayo de 2014
Sin título]
MI ABUELA tiene las manos en el mismo sitio que yo,
al final de los brazos.
Se las mira con calma.
Tienen algunas manchas y restos de tierra.
Su falda negra forma pliegues raros, diría que vegetales,
llegan casi a tocar el suelo.
Pienso que si lo tocasen tal vez germinarían.
¡Imaginad una corregüela de pliegues negros!
¡Pliegues vegetales! ¡negros pliegues!
¡tejidos de pliegues! ¡senderos plegados!
¡creciendo por todas partes! ¡pliegues!
Los pliegues de la falda negra son un final.
Dicen en su nueva forma de corregüela negra:
“Aquí termina un luto”.
La falda se aleja del suelo unos centímetros.
El luto nunca toca la tierra.
Las manos de mi abuela sí la tocan.
Desde el final del brazo tocan la tierra,
la surcan, la remueven con todos los dedos,
con todas las manchas.
Aunque tengo las manos en el mismo sitio que mi abuela,
al final de los brazos;
no puedo tocar la tierra de la misma forma,
no puedo surcarla ni removerla.
Me temo que tampoco puedo colgarme un luto
y dejarlo a unos centímetros del suelo.
No podría hacer que se quedase ahí suspendido,
ni hacerlo callar.
Mi luto se escurriría quejumbroso
queriendo embadurnar el mundo
con la punta negra de su nariz.
Teresa Soto
MI ABUELA tiene las manos en el mismo sitio que yo,
al final de los brazos.
Se las mira con calma.
Tienen algunas manchas y restos de tierra.
Su falda negra forma pliegues raros, diría que vegetales,
llegan casi a tocar el suelo.
Pienso que si lo tocasen tal vez germinarían.
¡Imaginad una corregüela de pliegues negros!
¡Pliegues vegetales! ¡negros pliegues!
¡tejidos de pliegues! ¡senderos plegados!
¡creciendo por todas partes! ¡pliegues!
Los pliegues de la falda negra son un final.
Dicen en su nueva forma de corregüela negra:
“Aquí termina un luto”.
La falda se aleja del suelo unos centímetros.
El luto nunca toca la tierra.
Las manos de mi abuela sí la tocan.
Desde el final del brazo tocan la tierra,
la surcan, la remueven con todos los dedos,
con todas las manchas.
Aunque tengo las manos en el mismo sitio que mi abuela,
al final de los brazos;
no puedo tocar la tierra de la misma forma,
no puedo surcarla ni removerla.
Me temo que tampoco puedo colgarme un luto
y dejarlo a unos centímetros del suelo.
No podría hacer que se quedase ahí suspendido,
ni hacerlo callar.
Mi luto se escurriría quejumbroso
queriendo embadurnar el mundo
con la punta negra de su nariz.
Teresa Soto
/kollwitz |
martes, 13 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
Poema XI
Lágrima que despoja mi tesón, oscuro germinar de la insistencia.
Sé que los árboles reviven, que el viento abre sus fauces y se inunda, que el fuego se destiñe en su prisión.
Debajo de la noche, una jauría corre veloz a sus cuarteles: entonces yo te amo.
En la fertilidad aúllas, crujes, abres sonidos llenos de quebranto y hasta el silencio asciendes.
Un funeral de luz cruza tu cuerpo.
Benjamín León
.
John Armstrong |
viernes, 9 de mayo de 2014
miércoles, 7 de mayo de 2014
lunes, 5 de mayo de 2014
de nosotros depende la posiblidad de seguir generando herramientas creativas...
Queridos amigos
y amigas de El Cuaderno:
Dos años y medio
y 56 números después, ha llegado el momento de plantearse definitivamente el
futuro de la revista, pero esta vez con solo dos alternativas por delante: el
cierre o la suscripción anual de sus lectores. De todos modos, nos gustaría
decir algo antes. Si quieres ir al grano, puedes saltar desde el final de este
párrafo hasta donde pone “Y ahí vamos”. Aunque preferiríamos que no.
Un poco de
autobiografía
Como
probablemente sabrás, El Cuaderno ha
seguido un camino azaroso: empezamos como suplemento semanal (8 páginas) del
diario La Voz de Asturias. Tras el cierre del mismo, y sin su soporte
económico, decidimos proseguir como publicación independiente y gratuita
tanto en digital como en papel, adaptando formato y periodicidad hasta llegar a
la actual revista mensual de 32 páginas integrada como suplemento mensual de
cultura del diario digital www.asturias24.es.
Durante estos
dos años y medio, Ediciones Trea ha aportado el impulso y la mayor parte del
capital que han sustentado un proyecto que
no hubiera sido posible sin los muchísimos colaboradores con que ha
contado El Cuaderno. No sólo han
satisfecho con creces los objetivos de calidad conceptual y literaria, rigor,
flexibilidad y atractivo que buscamos desde el primer número, sino que lo han
hecho —desde los miembros del consejo editorial hasta el último firmante— con
una generosidad abrumadora, sin cobrar ni un céntimo desde que, cerrado el
diario La Voz de Asturias, les planteamos que su sola contraprestación
sería la mera satisfacción de participar en el proyecto o de escribir y ver
publicados sus textos con el mayor decoro y respeto de los que hemos sido
capaces.
Contamos durante un tiempo con colaboración pública
en concepto de publicidad de sus programaciones culturales institucionales, que
decidimos resolver, no mediante la mecánica inserción de anuncios o
publirreportajes, sino elaborando contenidos exclusivos y de calidad que
rentabilizasen en términos de efectiva promoción de la cultura el dinero
público que para ello llegó a nuestro proyecto. Estamos particularmente
satisfechos del modo en que se plasmó esa colaboración que, lamentablemente, no
se ha mantenido este año.
En los últimos
meses, por tanto, hemos capeado la edición de El Cuaderno con recursos propios y minúsculas aportaciones
publicitarias, pero en la pésima y larga coyuntura económica que soporta
nuestro país, la editorial no puede permitirse ya seguir acumulando unas
pérdidas que serían irresponsables desde el punto de vista empresarial e
irrazonables desde el punto de vista del simple sentido común. Al fin y al
cabo, estamos hablando de una revista cultural, nada menos. Pero nada más.
Por ello, hace
un par de números nos vimos obligados a renunciar a esa gratuidad que
mantuvimos mientras fue posible. El precio —3€ por ejemplar; 30€ para una
suscripción de 12 números— ni siquiera estaba pensado para cubrir gastos; solo
para hacer las pérdidas tolerables.
Ahí vamos
Desde el primer
número, se nos ha hecho saber de mil maneras que El Cuaderno gusta a sus
lectores. A algunos, incluso mucho. Ese sido un acicate de primer orden para
nosotros, una aportación en energía intangible, pero efectiva, al proyecto. Por
desgracia, ya no es suficiente con eso. Hace falta energía algo más
cuantificable, contante y sonante.
Calculamos que
nos bastaría con cubrir una campaña de suscripciones con unos 500 compromisos (30€ anuales como suscripción a 12 números;
60 € para suscripciones fuera de España) para seguir adelante. El problema
es que tendría que ser ya. Si a fecha del 31 de mayo no hemos reunido ese
mínimo de suscripciones, El Cuaderno no
podrá seguir adelante y su número 56 habrá sido nuestra despedida. No nos queda
más remedio que dejar la pelota en el tejado del lector. No se trata de reclamar
un esfuerzo que no tenemos derecho a pedir, sino de solicitar un compromiso
activo para seguir haciendo juntos algo que merece la pena (si es que el 31 de
mayo constatamos que merece la pena). Si
finalmente no se cubre dicha expectativa, no se efectuará el cobro de las
suscripciones tramitadas. Solamente se efectuará una vez confirmada la cifra
que nos permita seguir adelante.
Si en esa fecha El Cuaderno sigue siendo posible,
nosotros seguiremos exactamente igual que hasta ahora con todo el proceso de
edición, difusión digital y distribución en papel. Tú, como lector, pondrías
30€ al año, es decir,
2,50 € al mes. La ganancia es El
Cuaderno mismo, lo único que nos repartimos todos.
Juan Carlos Gea
y Jaime Priede
Coordinadores de
El Cuaderno.
Aquí tenéis su impecable y necesario trabajo a lo largo de 56 números
http://elcuadernoculturaldelavoz.blogspot.com.es/
AUSENCIA
Apenas un rasguño en el tiempo
tu ausencia y ya derivo.
Un pestañeo desde mi silla
es una búsqueda sin patrón,
desequilibrio que sacude hombros,
el asalto al sereno
con los ojos del laberinto
para robarle una ruta;
círculo que deshace
el anzuelo cuando anhela
alcanzar el vórtice;
la llave, al fin,
que sobrevivió a su cerradura
y no descansa
hasta morir.
Apenas un rasguño en el tiempo
tu ausencia y ya derivo.
Un pestañeo desde mi silla
es una búsqueda sin patrón,
desequilibrio que sacude hombros,
el asalto al sereno
con los ojos del laberinto
para robarle una ruta;
círculo que deshace
el anzuelo cuando anhela
alcanzar el vórtice;
la llave, al fin,
que sobrevivió a su cerradura
y no descansa
hasta morir.
Milagros López
Jasper Johns |
sábado, 3 de mayo de 2014
martes, 29 de abril de 2014
Je ne suis pas prisonnier de ma raison.
Arthur Rimbaud
Azul granate casi blanco,
casi efigie, casi ninfa de Crimea por los trópicos del polvo aduanero.
Suave como la materia huérfana más erizada.
El azul es el animal más peligroso que existe. Avance, avance, barroco:
coral que rasgas la noche,
el mar lagrimando la huella de los cisnes,
la cal envejecida en las cejas del paisaje, las constelaciones.
Íbamos tatuados tal que náyades modernos
a la partida vertiginosa de un solemne eco escotado de vida.
José María Banús.
Sigmar Polke |
domingo, 27 de abril de 2014
XII
Oh, father, tell me, are you weeping?
Nick Cave
Oh padre, dime, ¿estás llorando? Acabaré
yo mismo la labor que empezaste,
acabaré
conmigo sin que el pulso
me tiemble, al levantarse contra mí
toda tu fuerza sea al fin
lograda y hecha nueva
revertida en mis hijos
que no sabrán de nuestra ruina,
libres al fin de esta cadena
que conmigo termina,
ahora y siempre,
y sirva de barrera;
lindes de un mundo, padre,
que te estoy construyendo.
José Óscar López
Jane and Louise Wilson |
VII
Porque amo el plástico, el vinilo,
la vida que reside, con su complejidad,
brillante e inservible en ese tiempo opaco
que brilla cuando quiere el usuario;
que gira con un tiempo
que ya está sucediendo.
El ruido extraño de la vida cuando queda
registrada en el sueño y el gramófono
de mi curiosidad malsana
introduce la aguja entre sus surcos.
José Óscar López
Richard Hamilton |
viernes, 25 de abril de 2014
TALLER DE COSTURA
¿Quién me encajó a la medida de este abrigo
que habla en la noche y gime al bies?
¿Quién me cosió a la brújula sin norte
y me dio un patrón para aprender a morir?
Estiro los brazos y enrosco
esa bombilla.
La luz es mínima,
centellean mis piernas.
Hoy vivo en un vestido de luciérnaga
que cubre de almidón mi sombra.
¿Quién me encajó a la medida de este abrigo
que habla en la noche y gime al bies?
¿Quién me cosió a la brújula sin norte
y me dio un patrón para aprender a morir?
Estiro los brazos y enrosco
esa bombilla.
La luz es mínima,
centellean mis piernas.
Hoy vivo en un vestido de luciérnaga
que cubre de almidón mi sombra.
María García Zambrano
Dora Salazar |
Inutilidad de la poesía
Es inútil creerse
un ser imprescindible,
una elegida,
tocada por la musa,
la escriba de algún dios.
No es asunto la lírica
que nos dé beneficios:
cerrar alguna herida,
saber de dónde vienes,
reconocer la luz...
Y poco más.
María García Zambrano.
Susana Botana |
miércoles, 23 de abril de 2014
EL NÚMERO IMAGINARIO
La montaña que permanece cuando el universo es destruido
no es grande y no es pequeña.
¿Grande y pequeño son
categorías comparativas, y algo a lo que
podría la montaña que permanece ser comparada cuando
el universo es destruido?
El conocimiento observa y se remansa.
El alma trepa por los pedregales.
El alma,
como la raíz cuadrada de menos uno,
es una imposibilidad que tiene sus empleos.
Vijay Seshadri.
Tr. del inglés
Tr. del inglés
Richard Goldsworthy |
lunes, 21 de abril de 2014
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